sábado, 19 de diciembre de 2009

Feminismo de retrete

Ayer celebró mi empresa la tradicional comida de Navidad en la que nos juntamos varios cientos de comensales a pasar un buen rato. Cuando ya habíamos bebido varias cervezas y algunas copas de vino, llegó el momento de echar algo fuera y en un momento se concentró una buena cantidad de gente a las puertas de los cuartos de baño. Cuando intentaba acceder a la puerta del servicio de Caballeros se interpuso una mujer y con tono de indignación me recriminó que quisiera entrar cuando allí dentro había algunas mujeres evacuando. No era el único hombre que aguardaba a la puerta, que defendían concienzudamente unas cuantas y desconocidas compañeras de empresa. Repliqué, echando una ojeada a todos los que allí nos agolpábamos, "Esto no es así...", y la guardiana, moviendo su dedo acusador, me gritó: "¡Claro que es así, y se lo digo yo, que estoy en la Asociación de Mujeres...", no pudo seguir desgranando su certificado de autoridad porque, en ese instante, salieron un trío de señoras con aire triunfal del baño de Caballeros y fueron recibidas por las compañeras con vítores y vocerío.

Sorprendentemente, nos dejaron a los hombres rescatar nuestro baño y hacer nuestras cosas pero, cuando estaba en esa tarea, me dio por pensar en estas mujeres y su feminismo de retrete. Probablemente las mujeres son mayoría en la plantilla de mi empresa; por motivos arquitectónicos, los baños de señoras no están tan aprovechados como los de los varones, pese a que, también probablemente, ocupan más superficie. Pero esto no es algo de lo que nadie sea culpable. Reconozco que, en situaciones como la descrita, cuando se junta mucha gente con necesidades simultáneas, mientras que el baño de Caballeros suele cumplir bien su cometido, el de Señoras sufre una gran congestión, pero tampoco de eso nadie tiene la culpa. En aras de la igualdad que todo el mundo desea aunque parece que sólo es patrimonio de las feministas, a mí me parece muy bien que las mujeres utilicen los servicios de caballeros cuando los necesiten, pero, también en aras de esa igualdad, es justo que los hombres podamos utilizar los de Señoras cuando sea preciso y, sobre todo, que podamos utilizar los propios nuestros sin que nadie nos lo impida, habida cuenta de que no se menoscaba la privacidad de las mujeres que están allí. Con un feminismo así, de retrete, las mujeres ocupan sus baños y los nuestros, no nos dejan entrar ni en los suyos ni en los nuestros y eso, para ellas, es un ejercicio de igualdad.

Pensé también que el feminismo de retrete es más suave que el militante y organizado, porque este no devuelve los territorios ocupados y las víctimas nos quedamos, esta vez sí, fuera para siempre y con el culo a dos manos.

1 comentario:

SusiCroft dijo...

¿Qué decir más que soy mujer y estoy harta del feminismo de retrete, de ministerio, de organismos públicos y de madres-esposas psicópatas?